En la era de las redes sociales, el turismo a menudo se reduce a capturar momentos perfectos para compartir. El video «Beyond the Selfie. Turismo Regenerativo» nos invita a mirar más allá de la imagen superficial y a reconsiderar cómo viajamos y por qué lo hacemos.

Turismo regenerativo: un turismo que regenera territorios y vínculos con la naturaleza
La Iniciativa Global de Turismo Regenerativo reúne a profesionales que apuestan por un turismo transformador.
Fomenta la inteligencia colectiva y la innovación para ir más allá de la sostenibilidad.
Ofrece formación técnica, metodologías colaborativas y experiencias en territorio.
Su enfoque impulsa un cambio sistémico desde el encuentro profundo entre humanidad y naturaleza.

Una nueva visión para coevolucionar con la naturaleza
La Iniciativa Global de Turismo Regenerativo impulsa una comunidad internacional comprometida con un turismo que regenera.
Promueve la coevolución entre seres humanos y naturaleza mediante metodologías colaborativas e innovadoras.
Su enfoque va más allá de la sostenibilidad, apostando por un cambio sistémico profundo en el sector turístico.

¿Tiene el Turismo Regenerativo el potencial de generar cambios positivos a escala global?
Frente a la amenaza del cambio climático, la grave perdida de la biodiversidad y el agotamiento de muchos de los recursos no renovables de los que dependemos actualmente para nuestra economía y forma de vida, estas amenazas nos hacen sentir los limites planetarios y es por esto que estamos cada vez más conscientes de nuestra interdependencia.

Diseño de Experiencias Regenerativas
El propósito del diseño de experiencias regenerativas es la co-creación de conexiones profundas y la integración de la comunidad local, el viajero y la naturaleza, develando la identidad de cada lugar (su ética y estética), posibilitando que la relación hombre -naturaleza sean saludables y simbióticas a largo plazo, y puedan prosperar hacia a su potencial evolutivo.
Para esto planteo algunos principios básicos que permitan diseñar desde una nueva visión que plantea tres ámbitos; el diseñador, el lugar y las relaciones.
La observación y el observador como punto de partida para una nueva ciencia de diseño
“Centrarse en la separación revela la competencia, mientras que centrarse en las relaciones revela la colaboración como la base de toda la vida” B. Fuller.
Estamos hace un tiempo viviendo en el paradigma de ver al mundo como una “cosa”, algo que existe afuera e independiente de nosotros, desde una mirada reduccionista, mecanicista, economicista y fragmentada. Así una persona puede estar frente a un bosque o “cosa” y ve solamente árboles aislados, reduciéndolos a abstracciones como el valor económico que este tiene, traduce los árboles a metros cúbicos de madera y la calidad de esta para ser vendida en el mercado, esto da un valor económico del bosque que esta mirando.
Otra persona puede mirar el mismo bosque y “ve” la relación entre el bosque, el de agua y aire, la biodiversidad que contiene, la paz y tranquilidad, la salud y el bienestar que pueden otorgar y, a través de esta mirada, los valores intrínsecos que este contiene. El paisaje estático se transforma así algo dinámico, lleno de vida, relaciones y en permanente interacción.
El paradigma mecanicista y fragmentado, nos ha alejado de como es la vida en realidad, llevándonos a una ciencia muerta, que no interactúa con el movimiento dinámico, lleno de vida, complejidad y con la totalidad de los sistemas vivos. Este mirada regenerativa, integrativa y co-evolucionaria, está surgiendo como una nueva forma de percibir o mirar el mundo como un organismo vivo, la cual es una ciencia viva, llena de relaciones, que esta compenetrada con la naturaleza, y donde el observador es una clave fundamental.
Por lo tanto, el desde donde o como observamos el mundo que nos rodea, nos hace interactuar con la realidad que vemos de una u otra manera. Esto quiere decir que cuando el observador puede ampliar y profundizar su mirada en las dimensiones, sensaciones y relaciones (muchas veces invisible a los ojos, pero no a los sentidos anímicos, imaginativos e intuitivos) de lo que está observando, se hace posible diseñar algo integrador, con pertenecía y acorde al lugar en sí mismo.
Ciertamente, la forma de ver y pensar el mundo es lo que creamos en él. Es por esto que el desarrollo del observador y la práctica de la observación es esencial para el diseñador regenerativo como un acto co-creador del mundo, esta práctica está vinculada con una actitud meditativa del observador en que la conciencia permanece vacía (en total silencio interior) y, al mismo tiempo, observa con absoluta atención el fenómeno (Kaplan, 2015).
Es imprescindible ampliar y profundizar la sensibilidad por la vida misma, por el movimiento orgánico y el desarrollo de los organismos vivos, desenvolver la capacidad de leer patrones y sistemas anidados, así como la personalidad y carácter del paisaje, la manifestación de lo visible e invisible a través de sentir, imaginar e intuir la “intención” del lugar.
De esta forma el diseñador regenerativo toma las fuerzas vivas y los principios/patrones formativos del lugar, facilita la creación de nichos y crea nuevas dinámicas relacionales de conexión profunda del viajero con los otros, la naturaleza y consigo mismo. Siendo el diseño un puente o servicio al movimiento evolutivo que existe, donde radica el potencial y valor único del lugar y su comunidad.
En gran medida más que encontrar soluciones y respuestas a la hora de diseñar, lo que aspiramos es permitir que emerja lo que el lugar necesita para la salud y bienestar de todos los que habitan ahí y facilite el movimiento de la vida en ese lugar. Es por esto, que sentir y reflexionar estas preguntas con el lugar y su gente es importante antes de diseñar; ¿cuál es la intención o propósito del lugar? ¿Qué es lo que el lugar necesita? ¿Qué es lo que se está queriendo expresar? ¿Cuál es mi rol en este proceso vivo?
El rol del Lugar y el Sense of place
“¡Naturaleza! Cada una de sus obras tiene una esencia propia; cada uno de sus fenómenos tiene una caracterización especial: y, sin embargo, su diversidad está en la unidad” Goethe
El “lugar” ha sido construido a través del tiempo, y cada una de sus manifestaciones contienen toda la historia que les a tocado vivir y esto hay que honrarlo se ha generado una biografía e historia del lugar que podemos aprender a leer y que está en constante evolución.
Para trabajar desde un lugar vivo y el “Sense of place”, los esfuerzos de nuestras capacidades se orientan en observar e hilar la historia geológica, hidrológica y biológica (flora y fauna), las dinámicas ecológicas, así como sentir y observar los patrones que dan vida al lugar y que han dado origen a los patrones culturales humanos que luego se desenvuelven en él. Así como la vegetación a modelado el propio entorno en el cual emerge, transformándolo y creando nuevas posibilidades de expresión y nichos para que nuevas formas puedan habitar, el humano también es creado y creador de su entorno.
Las culturas tienen su singularidad, su expresión, intensión y personalidad dependiendo del entorno en que se desenvuelven, sean estos costeros, selváticos, desérticos o cordilleranos, cada uno a tiene su propia forma de entender y ver la vida, asociado a una ética y estética culturales propios e inherentes.
Trabajar con la comunidad local en procesos participativos de colaboración y recapitulación de la historia del lugar cumple con dos propósitos fundamentales, el primero es descubrir, a través de los ojos de quienes han habitado el lugar por años, su identidad, esencia y potencial; y como segundo ampliar el sentimiento de pertenencia y arraigo, lo que profundiza la conexión y el cuidado por el lugar a largo plazo.
Este proceso comienza un movimiento que no termina, ya que una vez que la comunidad local a conectado con su identidad y este proceso vivo, y el viajero al compartir con ellos tendrá experiencias más memorables y transformativas, por lo que dará una retroalimentación de alegría, gratitud y valoración de lo vivido, lo que ayudará y motivará a las personas a valorar más su lugar y querer seguir profundizando en su “historia” que permite cuidar y defender el lugar de las fuerzas degenerativas contemporáneas. Por lo tanto, en cuanto más ahondemos hacia adentro mayor impacto tendrá hacia afuera el trabajo que estamos facilitando. Generando valor a través de experiencias únicas, memorables y regenerativas.
Desentrañar la biografía viva es fundamental, ya que el humano entiende el mundo a través de historias, y el guía de experiencias debe facilitar, a través de ellas, un viaje de inmersión con ese proceso vivo y evolutivo, permitiendo al viajero conectar con la esencia e identidad del lugar, haciéndolo sentir parte y experimentar que su viaje colabora y esta unido a un propósito mayor.
Integrando y transformando a través de las tres relaciones y la regeneración
“Nada puede ser único o completo, sin que antes se haya separado” William Butler
El turismo es básicamente movimiento y encuentro. Las personas viajan de su lugar para ir a otro y en este otro lugar ocurre el encuentro. A diferencia de otras industrias, en el turismo el ser humano es parte esencial de la experiencia, para esto es importante comprender más profundamente la esencia y el propósito profundo del viajero y por lo tanto la potencial relación que puede vivenciar con el lugar.
En el diseño de experiencias regenerativas trabajamos con tres relaciones; El ser humano consigo mismo, con los otros y con la naturaleza. Por lo que ha de estar siempre considerado y presente el tiempo y el espacio para que estas tres relaciones ocurran. Para esto es importante ralentizar al viajero, para que pueda ir bajando su ritmo de vida cotidiana (muchas veces un ritmo ciudadano) y pueda ir apreciando y sintonizando con el ritmo del lugar, la naturaleza y sus estaciones, los oficios de cada estación, las festividades y el momento único que se está viviendo, como una forma de traerlo al presente.
Por lo que el diseño de experiencias en turismo regenerativo, buscan siempre la transformación a través de la mayor conexión del viajero consigo mismo, con los otros y con la naturaleza (o entorno). Y a pesar de que la experiencia es diseñada, no debe perder autenticidad, originalidad e identidad, y debe esforzarse en cultivar una impronta única, un “flow” y movimiento propio, que esta conectado con el lugar desde sus fuerzas vivas y formativas (naturales y culturales) y a la vez está impregnado inevitablemente con la identidad de la organización (o empresa) que proporciona o facilita la experiencia misma.
Podemos decir que en las relaciones está el corazón de lo que está vivo, y lo que está vivo nos permite la experiencia que tenemos. ¿Se puede vivir una experiencia de conexión si nuestro corazón no está presente, si nuestros sentidos no están despiertos, si nuestro pensar y hacer no son activados?
La experiencia, el tiempo y el relato debe estar de tal modo diseñada que permita al viajero tener momentos de expansión y contracción, distracción y reflexión, de inhalación y exhalación, de “tomar” algo del mundo y “dar” algo al mundo, de estar solo y estar acompañado, de estar forma el viaje va concibiendo un ritmo, un latido que permita el movimiento de polaridades complementarias, siendo esta la respiración que hace vivo el viaje.
Así y de esta forma la regeneración es una invitación viva a transformar la relación del ser humano con la naturaleza, con los otros y consigo mismo.
Método Practico o aplicación práctica de los contenidos
Estos son los 7 pasos simples y prácticos que para el del diseño de experiencia regenerativas que hemos desarrollado:
- Definir mi identidad y propuesta de valor experiencial; Conectado con la identidad esencial de mi organización.
- Sense of place; Conectar, sentir y comprender el lugar para un diseño co-evolutivo.
- Soñar la experiencia regenerativa; Que desearía que ocurriera en el viajero.
- Identificar los momentos de verdad; Donde las tres relaciones cobran vida.
- Diseñar la experiencia óptima. Incluyendo la articulación de servicios, integrar diversas experiencias (psicológicas, sustentables, sociales – culturales, emocionales y espirituales), construir un relato y narrativa, y generar una conexión con el entorno.
- Aplicar estándares del encuentro, cuidando la calidad de experiencia deseada.
- La celebración, proceso de feedback y mejora continua.
Espero que esto ayude a la comprensión del turismo regenerativo y el diseño de experiencias transformadoras. Cabe decir que, esto es solo la parte intelectual (por lo tanto, incompleto), y que cada uno de estos temas los profundizamos en los talleres de manera experiencial, dado que el diseñador debe desarrollar habilidades a través de las prácticas y vivencias que nos permitan ver el mundo de una manera diferente.
¡Bienvenidos a la Iniciativa Global de Turismo Regenerativo. Los dejo invitados a ver nuestros próximos cursos aquí y seguir creciendo juntos!
Martín Araneda M
Consultor y facilitador de turismo y desarrollo regenerativo
Co fundador de la Iniciativa Global de Turismo Regenerativo y Camina Sostenible
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Las tres relaciones de la Regeneración
Volver a la relación con uno mismo, con los otros y con la Naturaleza.
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller
Estamos viviendo un momento único y polarizado como humanidad donde habiendo alcanzado una comunidad global e interconectada estamos por fuerza mayor cada uno en distanciamiento físico y aislación. La devaluación y crisis de la economía es evidente y la valoración de la Vida surge con fuerza en la conciencia global. Sumando a esto, la ya conocida crisis ambiental que estamos atravesando, la cual implica importantes desafíos para el desarrollo humano y del planeta.
En el año 1992 el “American Institute of Biological Sciencie” dijeron: “Se requiere un gran cambio en nuestra administración de la Tierra y la vida en ella, si se quiere evitar la gran miseria humana”. El 13 de noviembre del 2017 en su segunda advertencia firmada por más de 15.000 científicos del mundo entero afirman que la pérdida de biodiversidad, degradación de los ecosistemas y la extinción masiva de fauna silvestre son de una gravedad que no tiene antecedentes.
Esta gran contracción que estamos experimentando puede ser una oportunidad para volver a conectar con lo esencial en cuanto a nuestros propósitos personales, nuestro bien común y con la naturaleza que sostiene la vida. Nace una posibilidad para considerar una relocalización radical (radical en el sentido de volver o pertenecer a la raíz) para una regeneración que permita el proceso de cultivar la capacidades y habilidades de las personas, las comunidades y otros sistemas naturales para renovar, adaptarse y prosperar.
El cultivo de estas capacidades, la salud, la resiliencia y prosperidad común, las buscaremos a través de las tres relaciones de la regeneración, las cuales serán un punto de partida para una renovada y vibrante relación con la naturaleza, los otros y uno mismo. Estas tres relaciones serán el prisma que tomaré para una nueva concepción del tejido eco social.
Hasta ahora la impuesta forma de entender el mundo desde las ciencias físicas de Newton, la cual ha fragmentado y dividido el mundo en miles de partes cada vez más pequeñas, nos ha llevado a importantes avances como humanidad, pero a la vez nos ha encarcelado en un paradigma racionalista y materialista.
Esta mirada es insuficiente para entender lo que estamos experimentando en forma individual y colectiva, quizás nos permita entender lo que sucede a nivel molecular del virus y las implicaciones económicas que tendrá, pero no nos permite entender el cambio que se podría estar produciendo en la conciencia individual de millones de personas al estar voluntaria u obligatoriamente enfrentadas consigo mismas, así como las reflexiones que están ocurriendo al ralentizar nuestras actividades y por consiguiente la valorización de las cosas esenciales para la vida.
Después de más de 20 años en el intento de implementar sustentabilidad, de todas las cumbres de desarrollo sustentable y de cambio climático, casi ningún indicador nos muestra avances importantes para los grandes desafíos de emisión de CO2, cambio de uso de suelos, pérdida de biodiversidad y agua dulce, entre otros.
Podemos decir que la sustentabilidad ha fracasado. En gran medida porque las relaciones están fragmentadas y cada elemento está separado del otro, generando en consecuencia un planeta al borde del colapso ecológico, donde el ser humano es movido por sus intereses personales, la sociedad por la competencia y la naturaleza vista como un objeto a explotar.
Las tres relaciones son un puente para transitar el cambio de paradigma, desde la sustentabilidad, que aún está dentro de la mirada mecanicista, hacia la regeneración que invita a una mirada y concepción orgánica, viva y holística en la manera de desarrollarnos. La sustentabilidad plantea tres ámbitos de desarrollo; el ámbito ambiental, económico y social. Si bien la propuesta de la sustentabilidad ha logrado poner en discusión la temática ambiental y social, estos ámbitos están lejos de encontrar un equilibrio con una economía que basa su lógica en el crecimiento constante e infinito.
El cambio de enfoque no está relacionado con sumar o restar elementos conceptuales de la sustentabilidad, sino una transformación profunda en cuanto a la percepción y del entendimiento sobre los organismos vivos y el mundo que nos rodea, y de nuestras formas de relacionarnos con la totalidad.
Esta transformación se basa en pasar de una mirada sobre los elementos hacia las relaciones. Estas relaciones son invisibles, pero a la vez son las que dan forma a lo visible. Podemos ver como la vibración en el experimento de las placas de Chatney o de como el campo electromagnético de un imán dan forma y un patrón reconocible a las partículas de hierro sobre una placa [Lipton] . O como una cultura, desde su cosmovisión da forma a un territorio a través de su arte y arquitectura, y como nuestros senti-pensamientos ordena nuestra vida material.
Por lo que podemos decir que todo orden o patrón reconocible en la materia primero existe en un campo o fuerza invisible. O como dijo Albert Einstein “el campo es la única entidad gobernante de la partícula”.
La ciencia materialista construye su entendimiento del mundo desde las partes, como construyendo un puzle, pieza por pieza. Si bien es de mucha ayuda el entender los elementos que forman un cuerpo, no lograremos comprender al ser humano en su totalidad y profundidad, incluyendo su carácter, intensión y personalidad, aunque conozcamos a cabalidad su hígado, pulmón o músculos. De la misma forma no podremos entender una obra de música o pintura a través de cada nota o color individual sino la composición que expresa la totalidad de la obra.
Vivimos en un mundo donde todo está relacionado y es interdependiente. Por lo tanto, esta nueva mirada de la regeneración plantea trabajar sobre las cualidades de las relaciones, y más específicamente se enfoca sobre tres relaciones esenciales que nos permiten existir, estas son la relación del ser humano consigo mismo, con los otros y con la naturaleza. A través de estas tres relaciones tomamos conciencia, responsabilidad y entendemos nuestro lugar en el mundo, lo que nos permite ser protagonistas de nuestra propia vida.
Comenzaremos por la relación con nosotros mismo, ya que considero que este es el único punto de partida sincero para una real transformación de la sociedad y la naturaleza.
La relación del ser humano consigo mismo
“Un activismo delicado es verdaderamente radical en la medida que sea consciente de si mismo, que comprende que su forma de ver es el cambio que quiere ver”. – Allan Kaplan y Sue Davidoff
Cuando miramos al mundo no vemos el mundo, vemos nuestros conceptos e ideas que tenemos de él. Esta forma de pensar (y por consiguiente de ver) [Kaplan 2015], ha sido en parte impuesta desde nuestro núcleo familiar y por el sistema educativo dentro de la sociedad en la que nos desarrollamos. En las últimas décadas, la cultura de la globalización y su proceso hegemónico cultural y epistemológico, ha impuesto una mirada economicista y materialista, que nos hace pensar y sentir que tan solo somos nuestro cuerpo, lo que hacemos y lo que tenemos. Pero en esta crisis en la cual muchos nos vemos impedidos a seguir nuestras actividades comunes, nos ha permitido darnos cuenta de que más allá de nuestro hacer existe nuestro “Ser”. El valor sobre nosotros mismo muchas veces esta en una medición de nuestra profesión, la capacidad de generar riqueza y estatus social, alejándonos de una valoración holística o de nuestra totalidad como seres humanos.
La relocalización del ser humano es el movimiento más significativo que podemos transitar, el cual radica en volver al “Ser”. Esforzarnos con voluntad despierta por conocer al conocedor y observar al observador dentro de uno mismo. Esta vivencia personal y consciente, genera cambios radicales en como percibimos la realidad y por consiguiente una transformación del mundo que nos rodea.
En mi experiencia, la práctica de la observación y de la presencia es un puente para volver al mundo y ser participantes conscientes de él. Cuando estamos en nuestro lugar lo sabemos. Es un espacio único para cada uno, nos sentimos expandidos, fuertes, seguros y sostenidos por lo que es realmente nuestro, como lo son nuestros talentos, dones, sueños y valores esenciales.
Esta travesía evolutiva, es volver a conectar con uno mismo a través de la presencia y poder experimentar la relación con los otros y la naturaleza de una manera más directa y limpia de condicionamientos socioculturales. Esta capacidad de “ver o darnos cuenta” de como nuestros pensamientos y emociones, ante diferentes circunstancias, se experimentan/sienten en nuestro cuerpo y que decisiones tomamos si ante ellas sentimos simpatía o antipatía, una contracción o una expansión, son esencial para una buena vida.
Desde esta atención consciente enraizada en nuestro cuerpo, puede experimentarse la coherencia o incoherencia entre nuestro pensar, sentir y hacer. Donde el sentir es el mediador y puente entre el pensar y el hacer.
Para que esto surja, nuestra atención y conciencia debe estar sobre la relación entre la ética y la estética (esencia y la apariencia). Y como lo visible está impregnado de lo invisible, así como nuestro hacer esta impregnado de nuestro ser. Y desde aquí preguntarnos si lo que hacemos en el mundo exterior (estética / apariencia), está en coherencia con nuestro mundo interior (ética / esencia).
Cuando conectamos con nosotros mismos tenemos la oportunidad consciente de crear relaciones con un sentido de belleza y de servicio hacia la vida, hacia algo mayor que nuestra individualidad. Me atrevo a decir que no hay mayor revolución para estos tiempos, que la revolución de la presencia. Esta nos ayudará a reflexionar si queremos seguir de manera automática y dormida nuestras acciones y relaciones, o si nuestro hacer nos llenará de vitalidad, propósito y sentido.
La relación con los otros
“Una vida social saludable se alcanza cuando: En el espejo de cada alma humana se refleja toda la comunidad y cuando en la comunidad vive la virtud de cada uno de sus miembros” Rudolf Steiner
No podríamos existir sin los otros, inevitablemente pertenecemos al árbol de la vida, donde todos poseemos una madre y un padre, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos y así desde nosotros se proyecta la vida hacia las futuras generaciones. Es quizás en esta relación familiar donde nos es más fácil sentirnos unidos a algo mayor que nosotros mismos.
Relocalizarnos, es volver ver nuestra propia naturaleza humana, somos gregarios y en colaboración hemos logrado crecer, cuidarnos y desarrollarnos como especie. Aun así, nuestra sociedad parece haber caído en una mirada individualista y competitiva, donde el otro parece ser, a veces, un enemigo en el camino.
Pero cuando la Vida humana está en peligro puede nacer el potencial de la empatía, la fraternidad y la comunidad. Estos surgen al poner la vida en el centro, y desde este centro las prioridades parecen ordenarse de forma más clara. Estos valores que emergen como potencial serán fundamentales para establecer una nueva mirada de la economía, del intercambio y de las relaciones humanas.
Esta renovada forma de relacionarnos, con la vida en el centro, podría transformar toda forma de hacer sociedad y organizaciones. Sea empresa, emprendimiento, ONG’s, universidades o instituciones públicas, esta transformación será desde una mirada mecanicista y productivista hacia una de organismos vivos que colaboran, cooperan y comparten un proceso coevolutivo para un bien mayor.
Este cambio parece ser de un modelo por otro, pero no lo es, es mucho más que eso. Tiene que ver con una forma de entender, comprender y de relacionarnos con lo vivo de una manera radicalmente diferente.
Este movimiento relocalizador, desde una sociedad competitiva hacia una comunidad colaborativa, hace surgir nuestro sentido de pertenencia y por lo tanto de cuidado hacia los otros y la naturaleza cercana en que habitamos. Es volver a sentirnos parte de un cuerpo vivo y mayor con el cual podemos colaborar y servir a través de nuestros dones y talentos.
Esto busca la transición de ser sociedad y consumidores, a ser comunidad y habitantes. Comunidad en el sentido de compartir lo común que nos une en cuanto a lo elemental que compartimos de la naturaleza como el aire, las aguas y la tierra. Y ser habitantes y pertenecientes, donde pasamos de ser solamente un actor económico, hacia la participación directa en el potencial creativo de nuestros lugares y como personas.
Las empresas e instituciones que sigan mirando y trabajando como si estas fueran maquinas extractivistas (muerta o carente de vida) y guiadas por el único objetivo de la rentabilidad, estarán atadas a su propio destino en la repetición de patrones mecanicista y carentes de la esencia viva, por lo tanto a su obsolescencia. Por otro lado, comienzan a crecer las organizaciones con propósito, que buscan mejorar al ser humano y/o la naturaleza, dando más de lo que toman, transformándose en organismos vivos para sus territorios, culturas y personas, que se caracteriza por sus liderazgo participativo, la integración de las futuras generaciones en la visión/misión, la flexibilidad, el mutualismo y su capacidad coevolutiva.
La relación con la Naturaleza
“Ciertamente debe haber otro camino, uno que no trata a la naturaleza de una manera dividida y en partes, sino que la presenta como activa y viva, partiendo del todo para llegar a las partes” Goethe
Para superar la mirada sobre la naturaleza como un bien de consumo y poder experimentarla como viva tenemos que volver a relacionarnos con la natualeza. Tener una relación experiencial con ella, vincularnos a través de la contemplación y la observación de las cualidades de la naturaleza, sus patrones relacionales y poder reconocernos como parte y a la vez constituidos por ella. El ejercicio de estar presentes con nosotros mismo, con nuestras capacidades de percepción abiertas, aprendiendo a contemplar y a utilizar nuestro cuerpo como el mejor instrumento que tenemos para descubrir lo vivo, nos permitirá experimentar y aprender sobre la interdependencia, la colaboración y los procesos vivos, cíclicos y orgánicos del cual somos parte.
Espero que nadie olvide que nuestra posibilidad de existir está inevitablemente ligada a la naturaleza, esto queda fácilmente demostrado en cada respiración que hacemos, cada vaso de agua que tomamos y cada alimento que llevamos a nuestras bocas. Pero no solamente nutrimos nuestro cuerpo físico de ella, nuestra creatividad e inspiración se despiertan al contemplar la belleza, en su forma y funcionalidad desplegadas en el mundo natural. De esta forma la naturaleza es una gran profesora y a la vez un campo de aprendizaje con una impresionante demostración de creatividad, colaboración y resiliencia. Reconocer y nutrirnos de estos diferentes aspectos son fuentes de bien estar, vida y salud.
De esta forma la naturaleza o “lugar en la naturaleza”, puede presentarse como algo vivo con quien dialogar y relacionarse. Muchas tradiciones ancestrales, han mantenido una relación viva con la naturaleza, ellos piden permiso o saludan cuando entran a un bosque, a un rio o laguna.
Este sentimiento de respeto y humildad al entrar en ella es fundamental ya que transforma la cualidad de la relación. Si reconozco su presencia, mis actos serán más cuidadosos, amorosos y agraciados. Estar ante ella y preguntarse ¿Qué es lo que la naturaleza de este lugar necesita? o ¿Qué es lo que el lugar está pidiendo de mí? Desde este dialogo pueden surgir impulsos creativos y convertirnos en agentes regenerativos en relación con la naturaleza.
Un paso importante y radical en nuestra forma social y legal de ver a la naturaleza es otorgarle derechos de la misma manera que el ser humano tiene derechos universales. De esta forma incorporar en nuestra legislación a la naturaleza o planeta como un ser vivo. Reconocerle su derecho a existir, a ser respetada, a la regeneración de su biocapacidad, a la continuación de sus ciclos y procesos vitales. Esta es una nueva relación con la Naturaleza, es reconocerla como una entidad viva e integrarla en nuestra convivencia social.
Este es el próximo paso en cuanto a los derechos universales los cuales han avanzado poco a poco en nuestro sistema político y económico. Esto tendrá implicancias que pueden repensar la relación y forma de habitar los territorios. Pasar de mapas a bio-mapas, de regiones a bio-regiones, y de una economía basada en la linealidad y el extractivismo, a una enraizada en la circularidad y los bio-ritmos de la tierra.
Más allá de lo legislativo, la invitación principal es que cada uno vuelva a un sentimiento de unidad a través de una relación de reconocimiento y respeto hacia la naturaleza, y con ello realizar nuestros más altos valores como humanidad. Porque creo profundamente que entre más nos acerquemos a la naturaleza más nos estamos acercando a nuestro propio potencial humano.
Relocalizarnos para regenerar
“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso” Lao.Tse
La regeneración aspira a una transformación que nunca hemos vivido como humanidad, donde el ser humano participa conscientemente como naturaleza en la coevolución de la totalidad del organismo vivo.
“La regeneración es un proceso mediante el cual personas, instituciones y materiales desarrollan la capacidad de cumplir su potencial inherente en un mundo que cambia constantemente a su alrededor. Esto solo puede lograrse volviendo a sus raíces, sus orígenes o sus fundaciones para descubrir qué es verdaderamente singular o esencial acerca de ellos. Llevar adelante este núcleo esencial para expresarlo como nueva capacidad y relevancia es otra manera de describir la actividad de regeneración”. (Sanford, 2017)
Dentro de este gran organismo vivo del cual somos parte, tenemos un rol que cumplir. Somos la última expresión de la tierra en aparecer y veo que con nosotros surge la capacidad o el don de la autoconciencia. Con esto la posibilidad de darnos cuenta de que existimos sostenidos por un tejido visible e invisible de relaciones. Asumir esta condición de ser autoconscientes es el primer paso para esta travesía evolutiva.
Tenemos una oportunidad única de repensar y reinventar nuestro desarrollo y de relocalizar las relaciones hacia los territorios, donde las organizaciones forman un “supra organismo territorial” que puede direccionar la economía al servicio de la comunidad, velando por la salud de forma integral.
Esta relocalización regenerativa, tiene el potencial de fortalecer las redes de alimentación y agricultura local, energías renovables, artes y prácticas culturales, educación autónoma, el cuidado por la salud holística, la restauración y regeneración de los bosques, manglares y ecosistemas marítimos. Todo esto provee una sólida y real posibilidad para una comunidad vibrante, resiliente, colaborativa y creativa, conectada consigo misma, que piensa y sueña su propio destino.
A través de las tres relaciones se expresa la totalidad del sistema vivo, donde paisajes, plantas, animales y humanos crean sinergia para un todo aún más diverso, abundante y bello. Y con esto traer un nuevo orden en las prioridades personales, sociales y sobre los sistemas que sostienen la vida.
¿Cuáles serán las nuevas habilidades y valores que tenemos que aprender y desarrollar para el presente futuro que está emergiendo?
La regeneración comienza desde un lugar íntimo, propio e invisible. Somos los artistas de nuestra propia obra, estamos en construcción y tenemos todos los dones y talentos para este viaje de transformación que recién comienza. ¡Buen viaje!
Martín Araneda M.-
Consultor y facilitador de turismo y desarrollo regenerativo
Co fundador de la Iniciativa Global de Turismo Regenerativo y Camina Sostenibl

Historia de la Regeneración y Fundamentos para el Turismo Regenerativo
El poder del tradicional pensamiento científico abstracto y fragmentado llevó a la humanidad a comprender y tratar el medioambiente como una constitución de partes aisladas unas de otras. Esta visión ha favorecido la desconexión entre el ser humano y los sistemas de funcionamiento de la naturaleza. Para recuperar la humanidad, debemos recobrar la experiencia de reconexión con la vida bajo la lógica de la integralidad. Esa reconexión es la máxima esencia de la noción espiritual de la ecología profunda, esta corriente cuestiona las premisas fundamentales de la sociedad de crecimiento industrial. Surge para clarificar que nuestras acciones tienen una interdependencia con la vida en la tierra.
El nacimiento de esta tendencia tiene su origen a principios del siglo XX con el urbanista británico, Ebenzer Howard, lo sigue en 1902 Lewis Mumford y en 1915 por Patrick Geddes, todos coinciden concebir las ciudades como organismos vivos. Este grupo de estudiosos hace el primer gran llamado de atención al crecimiento insostenible de los asentamientos urbanos. En una segunda etapa de la cronología evolutiva aparece en 1935 el trabajo Tansley, quien aporta en la introducción del concepto de ecosistema. Plantea que los organismos vivos no son separables de sus entornos naturales. De esta manera, deja instauradas las bases del pensamiento sistémico. Postuló que ningún organismo vivo, ni su entorno físico, podrían considerarse como entidades separadas.

Entre las décadas de 1960 – 1970, toma fuerza el concepto de pensamiento sistémico desarrollado por Krone, quien invita a comprender las empresas, comunidades y la naturaleza como sistemas vivos e interconectados, y desde ese entendimiento, impulsar la conciencia necesaria para crear relaciones recíprocamente beneficiosas. Significa identificar y rescatar la capacidad natural que tienen los sistemas vivos de autosanarse y autoorganizarse.
Una década después el ecologista australiano, Bill Mollison y su estudiante David Holmgren, introdujeron el término permacultura. Ambos se consideran fundadores de la tendencia y de sus principios teóricos. Tras unos años Mollison profundiza el concepto basado en el diseño consciente, que trata de la integración armónica del paisaje y las personas que lo habitan, produciendo alimento, energía, cobijo y otras necesidades no materiales de una manera sostenible. Desde este entendimiento surge entonces el concepto de regeneración, manifestándose a través del diseño como tendencia hacia un cambio de paradigma.
La regeneración también tiene una explicación profunda a partir de la biomimética, una nueva ciencia basada en el estudio de los modelos, sistemas, patrones, procesos y elementos de la propia naturaleza con el propósito de imitarlos para encontrar soluciones prácticas a necesidades humanas. Este enfoque sistémico puede llevarse hacia todas las disciplinas, por ejemplo: la agricultura, la salud e incluso los sistemas monetarios. Surge de observar cómo todo el universo esta organizado en sistemas cuyas partes trabajan juntas en algún proceso o patrón más grande.
El enfoque regenerativo no sólo busca revertir la degeneración de los sistemas naturales de la tierra, sino también, diseñar modelos, estrategias y tecnologías que puedan evolucionar con los sistemas naturales. Se basa en la co-evolución, la generación de beneficios mutuos y una mayor expresión de vida y resiliencia. De eso se trata cuando hablamos de Turismo Regenerativo, llevar este entendimiento a los territorios, y en base al trabajo con los distintos actores que participan transformar la experiencia turística en algo que beneficie a todos: emprendedores, turistas, empresas y la naturaleza misma del lugar.
Daniela Valdatta, Periodista
Pedro José Smith, Consultor en Emprendimient y Sostenibilidad

Pisar Tierra: una Invitación a la Regeneración desde el Turismo
En un mundo que avanza a una velocidad vertiginosa, nos encontramos cada vez más desconectados de la naturaleza, de la sociedad y de nosotros mismos. Nos movemos en una inercia caótica, atrapados en un flujo de información fragmentada que nos roba la capacidad de reflexión profunda y nos sumerge en un estado de desconexión permanente. La crisis ecológica y social que enfrentamos no es solo un conjunto de problemas aislados, sino síntomas de una crisis mayor: la desconexión de nuestras raíces, de aquello que nos sostiene y nos da sentido. Nos hemos convertido en seres que caminan sin tocar realmente el suelo, en una sociedad que, en lugar de fluir con la vida, parece ahogarse en su propia creación.
Sin embargo, el turismo regenerativo nos ofrece una oportunidad única para cambiar esta narrativa. Nos invita a pisar tierra en tres dimensiones esenciales: la naturaleza, lo social y lo personal. A través de experiencias significativas y transformadoras, podemos reconstruir nuestra relación con el entorno, fortalecer el tejido social y redescubrir nuestra propia esencia. Se trata de algo más profundo que simplemente viajar; es una invitación a re-aprender a habitar el mundo con conciencia y propósito, convirtiéndonos en agentes regenerativos en todos los aspectos de nuestra existencia.

Pisar Tierra con la Naturaleza: Reconectar con el Lenguaje Vivo del Mundo
¿Cuándo fue la última vez que caminaste descalzo sobre la tierra? ¿Cuándo fue la última vez que sentiste el pulso de la vida en cada uno de tus pasos? La naturaleza nos habla constantemente, pero en nuestro estilo de vida moderno hemos olvidado cómo escucharla. Nos hemos distanciado de sus ritmos, de su sabiduría, de su capacidad de sostener la vida. Y en este olvido, nos hemos separado también de nosotros mismos.
Pisar tierra en la naturaleza es más que un acto físico: es una práctica de humildad y reconocimiento. Significa entender que no somos dueños del mundo natural, sino que somos parte de él. Nos recuerda que los ecosistemas no existen para nuestro beneficio, sino que nosotros coexistimos dentro de ellos, formando parte de un entramado de relaciones interdependientes. La ecoalfabetización, la capacidad de leer y comprender los patrones de la naturaleza, es clave en este proceso. Aprender a observar el viento, la forma de los árboles, el flujo del agua, el comportamiento de los animales, nos devuelve la posibilidad de dialogar con el mundo vivo, de reconstruir un vínculo perdido.
Desde el turismo regenerativo, esta conexión con la naturaleza se convierte en una herramienta poderosa de transformación. No se trata solo de visitar paisajes hermosos, sino de involucrarnos en la restauración y revitalización de los ecosistemas. Se trata de diseñar experiencias que permitan no solo admirar la naturaleza, sino participar activamente en su sanación. Cuando un viajero deja un lugar mejor de lo que lo encontró, cuando su presencia contribuye a regenerar el suelo, a reforestar un bosque, a limpiar un río o a fortalecer una comunidad local, entonces el turismo se convierte en un acto de regeneración, en una fuerza que devuelve vida en lugar de extraerla.
Pisar Tierra en el Suelo Social: Sanar las Fracturas de Nuestra Sociedad
Así como el suelo natural ha sido erosionado, también el suelo social se ha debilitado. Las crisis ecológicas que enfrentamos no solo afectan a los ecosistemas, sino que también tienen un impacto profundo en la estructura de nuestras sociedades. La desconexión con la naturaleza se refleja en una desconexión entre las personas, en un debilitamiento de los lazos comunitarios y en una fragmentación que nos vuelve cada vez más solitarios.
Vivimos en un mundo donde el diálogo se ha vuelto escaso y superficial. Nos comunicamos a través de pantallas, con mensajes breves y efímeros, sin el tiempo ni la profundidad para construir verdaderas conexiones. La economía de la atención, impulsada por las redes sociales y el consumo constante de información, ha reducido nuestra capacidad de concentración y nos ha acostumbrado a interacciones rápidas y superficiales. Nos hemos convertido en islas, cada vez más separadas unas de otras, sin un suelo fértil que nos permita crecer juntos.
Pisar tierra en lo social significa reconstruir este suelo, regenerar el tejido de nuestras comunidades. El turismo regenerativo juega un papel clave en este proceso, ya que permite diseñar experiencias que fomenten el encuentro genuino entre personas, el intercambio de saberes y la colaboración. En lugar de promover un turismo extractivista, que convierte las culturas en productos de consumo, el turismo regenerativo busca fortalecer las identidades locales, impulsar la participación activa de las comunidades y crear espacios donde la hospitalidad se convierta en una herramienta de transformación social.
Como en un ecosistema saludable, el suelo social necesita diversidad, interconexión y cooperación para florecer. Al integrar principios regenerativos en el turismo, podemos convertir cada viaje en una oportunidad para fortalecer lazos, construir puentes entre culturas y generar impacto positivo en los destinos. Podemos hacer del turismo un espacio de reencuentro, donde los viajeros no sean solo observadores, sino participantes activos en la regeneración de los territorios y sus comunidades.
Pisar Tierra en Nosotros Mismos: La Regeneración Como Acto Personal
Más allá de la naturaleza y de lo social, hay un tercer suelo que debemos pisar: el nuestro. En un mundo que nos empuja constantemente hacia el exterior, que nos distrae con ruido e información sin fin, la verdadera regeneración comienza en el interior.
Somos organismos vivos caminantes, pequeños planetas en movimiento dentro de un planeta mayor. Y así como la tierra necesita cuidado y restauración, también nuestro ser necesita atención y reconexión. Pisar tierra en nosotros mismos significa detenernos, escuchar nuestra propia voz, encontrar el equilibrio entre el hacer y el ser. Significa recuperar la conciencia de nuestro cuerpo, de nuestras emociones, de nuestra relación con el tiempo y con el espacio que habitamos. El turismo regenerativo no solo impacta en el entorno y en las comunidades, sino también en quienes lo practican. Nos invita a viajar con intención, a sumergirnos en experiencias que nos transformen y nos ayuden a redescubrir nuestro propósito. Cuando viajamos con conciencia, cuando nos permitimos realmente estar presentes en un lugar, cuando participamos en procesos que nos conectan con la naturaleza y con otras personas, algo en nuestro interior cambia. Aprendemos a habitar el mundo de una manera más plena, más respetuosa, más significativa.
Turismo Regenerativo: Una Puerta hacia la Esperanza
Vivimos en tiempos de grandes desafíos, pero también de grandes oportunidades. La regeneración es más que un concepto; es un llamado a la acción, una forma de ver el mundo y de actuar en él. En un contexto donde la crisis climática y social parecen no tener solución, el turismo regenerativo nos ofrece una alternativa concreta para restaurar, sanar y transformar.
Este enfoque no solo minimiza impactos negativos, sino que busca activamente generar beneficios para todos los involucrados: la naturaleza, las comunidades y los viajeros. Es una invitación a repensar nuestra forma de viajar, a elegir experiencias que nos conecten con la vida y que nos conviertan en agentes de cambio.
Así que la invitación está hecha: volvamos a sentir la tierra bajo nuestros pies. Seamos parte de esta ola de regeneración. Construyamos juntos un futuro donde el turismo no solo minimice daños, sino que sea una fuerza activa en la restauración de la vida en todas sus formas. Porque, después de todo, estar vivos es un milagro del que debemos hacernos cargo.


Retos para el turismo comunitario regenerativo
El Turismo Regenerativo Comunitario: Es el turismo experiencial transformador cuyo propósito es el de co-crear múltiples convergencias de la esencia de los recursos comunitarios, bajo enfoque sistémico donde todos participan de manera viva, para lograr el momento de verdad en la experiencia que logre la regeneración del medio social, ambiental, político, económico, cultural y espiritual.

Invertir en Turismo Regenerativo es Invertir en Salud Pública
El turismo regenerativo va más allá de ser una simple forma de viajar; se está convirtiendo en un pilar fundamental para mejorar la salud de las comunidades y los ecosistemas que visitamos. Mientras que la sostenibilidad se enfocaba en reducir los daños, el turismo regenerativo apuesta por crear un impacto positivo, fortaleciendo la cultura local, el medio ambiente, y el bienestar tanto de los viajeros como de las comunidades anfitrionas. En este artículo, exploraremos cómo invertir en turismo regenerativo es realmente una inversión en salud pública y en el bienestar general.