Cuando el turismo crece sin consciencia, muchas veces los destinos se empobrecen en lo que más los hacía únicos: su alma. Frente a un modelo que agota, desconecta y desplaza, el turismo regenerativo propone otra forma de habitar y diseñar experiencias: una que escucha al territorio, restaura vínculos y devuelve sentido al viaje.
En esta entrada, Martín Araneda nos invita a mirar con nuevos ojos la forma en que nos relacionamos con los lugares, comprendiendo que cada destino puede florecer si diseñamos desde lo vivo, con sensibilidad, respeto y propósito. Porque viajar también puede ser una forma de sanar el mundo.
👉 Lee el artículo completo y súmate a las formaciones de agosto y septiembre en Oaxaca y Tuxtla Gutiérrez.